lunes, 8 de septiembre de 2014

Cinco formas de rebelarse contra las subidas de la tarifa eléctrica



Ha quedado demostrado: hay pocas cosas más impopulares en España que se dispare la tarifa de la luz. A los ciudadanos no les gusta nada que le suban continuamente el precio de los kilovatios hora y esto puede ser también un acicate como ningún otro para ser más eficientes o incluso impulsar energías más limpias. A pesar de las trabas de la nueva legislación, hay consumidores que empiezan a adoptar un papel más activo en el sistema eléctrico. Estas son cinco formas utilizadas ya en hogares del país para rebelarse contra las continuas subidas de la tarifa eléctrica: desde cambiar de compañía a la desconexión total de la red eléctrica.

1. Cambiar de compañía.

Basta un llamada de teléfono o rellenar un formulario en Internet para decir adiós a las grandes compañías eléctricas de siempre y contratar la tarifa con alguna de las cooperativas o pequeñas comercializadoras que van ganando terreno empujadas por la indignación ciudadana. Todavía son una minoría los ciudadanos que dan este paso, pero una minoría cada vez más grande. En el último año, la cooperativa SomEnergía prácticamente duplicó su número de socios, superando los 12.000. Y la empresa HolaLuz.com tuvo que ampliar su plantilla para acoger a más de 25.000 clientes nuevos tras ganar la subasta colectiva organizada por la OCU para conseguir una luz más barata. Ambas comercializadoras venden "energía verde" (el dinero que se paga va destinado solo para electricidad de origen renovable). Hay más: Gesternova, Zencer, GoiEner, Enercoop

2. Desenchufar aparatos.

Para muchos ciudadanos, la reacción lógica ante una fuerte subida de la tarifa eléctrica es apretar el interruptor de off (sobre todo en casas con un alto consumo, como suele ocurrir con las que tienen calefacción eléctrica). Sin embargo, el que se paguen en la factura eléctrica muchos otros conceptos además de los kilovatios hora consumidos a menudo hace que ahorrar o ser más eficientes no se traduzca realmente en una ganancia muy importante para nuestros bolsillo. Y esto ahora más, con el aumento de lo que se paga en la factura en concepto de ‘potencia contratada’. ¿Quiero esto decir que no vale para nada ahorrar o ser más eficiente? Ni mucho menos. Como se puede comprobar en los otros puntos, cualquier acción para conseguir un verdadero ahorro económico pasa por desenchufar aparatos innecesarios y ser más eficientes. Y esto empieza por conocer qué está gastando realmente electricidad en nuestras casas. Aquí se explica cómo hacerlo.

3. Bajar la potencia contratada. 

Bajatelapotencia.org es una campaña en Internet para que los ciudadanos bajan la potencia que tienen contratada para sus hogares (que viene a ser el techo máximo de electricidad que necesita una casa cuando enciende distintos aparatos a la vez). Si me suben lo que pago por la potencia, pues contrato menos. Es una forma efectiva de recortar gastos. Además, para algunos también es una manera de rebelarse contra el aumento de términos fijos de la factura por considerar que puede desincentivar el ahorro y la eficiencia. Esta es una cuestión compleja. Algunos expertos en eficiencia, como Pedro Linares, profesor de la Escuela Técnica Superior de Ingeniería ICAI, defienden este incremento. “Esto es bueno; había muchos costes fijos asociados al término energía (a la parte variable) y eso creaba un problema si se bajaba el consumo, es más lógico cargar esos costes fijos en la parte fija para poder trabajar ahora de verdad en eficiencia”, asegura Linares.

¿Desincentiva el ahorro y la eficiencia el aumento de esta parte fija de la factura? En principio, parece claro que sí puede desincentivar la eficiencia, pero también es cierto que para reducir la potencia hay que empezar justamente por reducir el consumo y poner menos equipos (o más eficientes). En el momento en que una casa trata de consumir más electricidad de la potencia contratada es cuando saltan los plomos y se queda a oscuras. Así pues, volvemos al punto 2: desenchufar aparatos. Hay que empezar por comprobar qué está consumiendo, desenchufar todo lo que está gastando inútilmente y ver luego lo que realmente necesitamos tener encendido a la vez para ajustar al máximo la potencia contratada (ver tabla con un promedio de la potencia requerida por los distintos electrodomésticos).

4. ¿Autoconsumo? 

Desde 2008, los precios de las placas fotovoltaicas han caído un 80%, mientras que los de la electricidad para los consumidores domésticos se han incrementado un 56%. ¿Por qué entonces comprar energía de la red cuando ya puede compensar producirla uno mismo a partir del Sol? De hecho, existen ya kits muy básicos para instalar una placa fotovoltaica de 250 W (1) por unos 500 euros (en algunos países incluso IKEA ha empezado a vender placas). Con este escenario de precios y la radiación solar de España, parecía que había llegado la hora del autoconsumo: el ciudadano sigue conectado a la red eléctrica para cuando no haya Sol, pero cuando lo hay aprovecha la energía de sus placas o incluso inyecta a la red la que le sobra. Ahora bien, lo que para muchos ciudadanos era un planteamiento redondo para ahorrarse parte de la factura fue cortocircuitado de golpe al conocerse la regulación preparada por el Gobierno (2), con complejos requisitos para registrar la instalación y la obligación de pagar un peaje de respaldo (Según la Ley, "peajes de acceso a las redes y cargos asociados a los costes del sistema". Según el sector solar, un impuesto al Sol que grava cada kWh solar generado y autoconsumido instantáneamente).

¿En qué situación ha quedado ahora mismo el autoconsumo? Todavía faltan por concretarse muchas cuestiones(2) y la incertidumbre es grande. Sin embargo, como resume Frederic Andreu, director de SolarTradex (una de las empresas que vende kits solares), hoy en día se diferencian dos escenarios muy distintos. “El autoconsumo podría ser todavía mínimamente viable en empresas concenciadas y con visión de largo plazo”, comenta Andreu, pero las inversiones que se podían recuperar en unos 6 años probablemente se vayan ahora a los 10-13 años con la nueva regulación. “En proyectos a largo plazo sigue compensando, aunque muy poca gente puede pensar a largo”, insiste. “Aún así, es posible que los plazos de retorno bajen si sigue subiendo el precio de la electricidad”.

La historia es muy distinta para el ciudadano que solo quiere poner una o dos placas de 250 W(1) para reducir su factura de la luz, pues solo la tramitación para el registro de la instalación cuesta más del doble que los módulos solares. En este caso no compensaría el autoconsumo, al menos, el legal, y es que a pesar de las desorbitadas multas previstas (entre 6.000.001 y 60.000.000 euros(3)), según Andreu, "ya se está empezando a mover un mercado clandestino de ciudadanos que necesitan ahorrar". “Están convirtiendo a la gente en traficantes de kilovatios", comenta. "Habrá que ver si el Gobierno se pone a perseguir a los ciudadanos que colocan una simple placa de 250 W”.

5. Desconexión total.

El paso todavía más allá es la desconexión total. ¿Utópico? No para Juan Manuel Cabrejas, consultor en energía fotovoltaica, que ya puesto en marcha varias instalaciones de este tipo en España. En este caso, se corta directamente el cordón umbilical con la compañía eléctrica: ya no hay problemas por el uso de las redes ni por el pago de peajes. Se instalan unas placas fotovoltaicas, unas baterías para cuando no haya Sol y un sistema de apoyo para cuando no sea suficiente con las baterías, como un pequeño grupo electrógeno que funcione con gasóleo. “Esto es posible hoy en día y económicamente interesante”, asegura Cabrejas, que considera que el siguiente paso es construir viviendas unifamiliares especialmente diseñadas para estar "100% desconectadas”.

Una de las instalaciones solares híbridas que ha montado ha sido para una vivienda media en Madrid. En ella se colocaron 5.700 W de placas fotovoltaicas, baterías y un pequeño grupo electrógeno, suficiente para garantizar el equivalente a una potencia de 21 kW. Según explica, con lo que se ahorra el propietario al dejar de recibir facturas eléctricas, la instalación se amortiza en unos siete años y su vida útil es de unos 30. “Al desconectarse por completo de la red hay que rediseñar todo y racionalizar bien los usos con sistemas inteligentes”, incide. “Hay que reducir los picos de consumo para tirar al máximo con las placas y que el grupo electrógeno se use lo mínimo”. Según reconoce, lo ideal sería el autoconsumo con balance neto siguiendo conectados a la red para cuando no haya Sol. “Pero sí lo ponen tan difícil, la desconexión es perfectamente viable”.

La pregunta es: ¿Se puede realmente impedir que el ciudadano asuma un papel más activo en el sistema eléctrico con la tecnología ya disponible y los precios de la energía cada vez más caros?
 

  • (1) En horas de Sol, una placa de 250 W puede cubrir el funcionamiento de un frigorífico y pequeños consumos permanentes del hogar. Según Frederic Andreu, esto puede suponer un ahorro de entre el 10-15% de la factura mensual. Y, lógicamente, resulta más interesante cuanto más eficiente sea el uso que se hace de la electricidad. 
  • (2) Por el momento, la nueva normativa relacionada con el autoconsumo se limita a lo incluido en la Ley 24/2013, de 26 de diciembre, del Sector Eléctrico (en especial, el artículo 9). Sin embargo, todavía falta por aprobarse el desarrollo normativo concreto. 
  • (3) En lo que respecta a las sanciones, la Ley 24/2013, de 26 de diciembre, del Sector Eléctrico, en el punto 43 del artículo 64, establece como "sanción muy grave" el incumplimiento del registro de las instalaciones de autoconsumo o de alguno de los requisitos técnicos. Y en el artículo 67 indica que: “Por la comisión de las infracciones muy graves se impondrá al infractor multa por importe no inferior a 6.000.001 euros ni superior a 60.000.000 de euros”. Realizando a constinuación distintas puntualizaciones, como que “la cuantía de la sanción no podrá superar el 10 por ciento del importe neto anual de la cifra de negocios del sujeto infractor, o el 10 por ciento del importe neto anual de la cifra de negocios consolidada de la sociedad matriz del grupo al que pertenezca dicha empresa, según los casos”.



Clemente Álvarez (Madrid, 1973) es un periodista especializado en medio ambiente y ciencia. Colaborador de El País desde 2004, le entusiasma mezclar elementos de la ecología con reactivos de la energía y la economía, aunque la fórmula pueda resultar inflamable.

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