miércoles, 16 de mayo de 2012

Contabilizar el consumo, una herramienta para ahorrar energía

Son muchas las comunidades de propietarios que cuentan con un sistema de calefacción centralizado que abastece el servicio de forma simultánea a todos los propietarios. Se considera que existen ventajas e inconvenientes entre utilizar un sistema individual y un sistema colectivo.

El sistema colectivo tiene una ventaja principal derivado de los equipos instalados, ya que están dimensionados para una instalación más grande lo que suele conllevar mayores rendimientos, asimismo se comparten gastos como los asociados al combustible o al mantenimiento de la caldera e instalaciones, que suele traducirse en un ahorro económico. Además, las comunidades de propietarios suelen fijar un precio fijo mensual que el ciudadano conoce de antemano y al que puede hacer frente con mayor previsión en la contabilidad del hogar. Por otro lado, aunque parezca obvio, permite disponer de mayor espacioen la vivienda, al no requerir un lugar específico para ubicar la caldera individual.

El sistema de calefacción individual, por otro lado, tiene la ventaja principal de que el usuario puede controlar y regular su consumo y adaptarlo a sus horarios de estancia en la vivienda y a su propia percepción del confort térmico, evitando tener que adaptarse a los horarios de encendido y apagado que acuerde la comunidad de propietarios.¿Qué sistema es más eficiente en términos energéticos?

El propio IDAE (Instituto para la Diversificación y el Ahorro de la Energía) facilita una serie de consejos. Recomienda ajustar el encendido de la calefacción al horario real de ocupación de las viviendas, apagarla por la noche y mantener el termostato a 20-21ºC, dado que por cada grado que se aumente la temperatura del mismo se incrementa el consumo energético un 7%. Según esta recomendación, a priori, la posibilidad de regular el encendido y apagado de la calefacción en la vivienda que ofrece un sistema de calefacción individual, permitiría deducir que éste sería más eficiente en términos energéticos, no así quizás en términos económicos al no compartir gastos como en los sistemas colectivos. En cualquier caso estas afirmaciones requerirían un análisis más profundo y específico para cada caso.

Según la encuesta de Hogares y Medio Ambiente 2008, del Instituto Nacional de Estadística (INE), de los hogares que cuentan con calefacción de gas natural, que es el sistema de calefacción y combustible más utilizado, más del 70% lo hacen mediante un sistema individual. Por el contrario, cuando la fuente que abastece el sistema de calefacción es gasóleo, predomina el sistema centralizado o colectivo frente al individual.

En cualquier caso, existe una alternativa para maximizar las ventajas de uno y otro sistema; la contabilización individual de los consumos en las instalaciones colectivas (centralizadas) de calefacción. Esta alternativa está contemplada en el artículo 12.4, relativo a la eficiencia energética, del Real Decreto 1027/2007, de 20 de julio, por el que se aprueba el Reglamento de Instalaciones Térmicas en los Edificios (RITE), que recoge textualmente que ‘las instalaciones térmicas deben estar equipadas con sistemas de contabilización para que el usuario conozca su consumo de energía, y para permitir el reparto de los gastos de explotación en función del consumo, entre distintos usuarios, cuando la instalación satisfaga la demanda de múltiples consumidores’. Así mismo, en la Instrucción Técnica de eficiencia energética (IT 1.2.4.4) relativa a la contabilización de consumos que recoge el propio RITE, se especifica textualmente que ‘Toda instalación térmica que dé servicio a más de un usuario dispondrá de algún sistema que permita el reparto de los gastos correspondientes a cada servicio (calor, frío y agua caliente sanitaria) entre los diferentes usuarios’. Por tanto parece razonable pensar que la instalación de contadores individuales, repartidores de costes de calefacción u otros sistemas que permitan desagregar los consumos de una instalación colectiva, pueden favorecer que se aprovechen las ventajas de uno y otro sistema de calefacción y por tanto convertirse en la mejor alternativa.

En viviendas con instalaciones centralizadas son habituales situaciones de despilfarro energético en las que las personas que habitan una vivienda con un sistema de calefacción de estas características, no intentan reducir su consumo. Frases como ‘para que voy a cerrar el radiador, si voy a pagar lo mismo’ o ‘en invierno abro las ventanas de casa porque hace demasiado calor’ no son desconocidas para la mayoría de la ciudadanía.

La nueva Directiva de Eficiencia Energética que se encuentra en fase de borrador y de debate, estaría contemplando esta circunstancia en el artículo 8, donde establecería la obligación de instalar este tipo de sistemas en los edificios que no dispongan de ellos, antes del 1 de enero de 2015. Llevar a cabo esta medida supondría un incentivo (principalmente económico) para evitar el despilfarro energético que se produce en las viviendas que cuentan con sistemas colectivos de calefacción.

No obstante, sería deseable no esperar a la aprobación de la directiva y a su posterior transposición al ordenamiento jurídico español para llevar a cabo la instalación de este tipo de sistemas. La instalación de los mismos, además, tiene la consideración de medida de mejora de la eficiencia energética, por lo que su instalación requerirá el voto favorable de las tres quintas partes del total de los propietarios, según el artículo 17.3 de la Ley de Propiedad Horizontal, y no el acuerdo unánime como podría pensarse.

Medidas al margen del sistema de calefacción

Los sistemas de contabilización individual incentivarán el ahorro energético de los hogares, al trasladar al consumidor una variable en la factura que podrá traducirse en ahorros energéticos y económicos. No obstante, tan necesario es impulsar la implementación de este tipo de medidas, como apostar por programas de concienciación y sensibilización del ciudadano, de forma que se evite que no sólo sean los incentivos económicos los únicos que motiven el ahorro energético, sino también las consecuencias ambientales (cambio climático) del derroche.

Por otro lado, medidas como las presentadas y la sensibilización de los ciudadanos incentivarán el ahorro energético, pero servirán de poco si las viviendas continúan siendo tan ineficientes como lo son gran parte de las que conforman el parque edificado español. De igual forma ocurrirá con las viviendas que conformen el parque edificado del futuro si no se realiza una apuesta decidida por la reducción de la demanda energética de los edificios existentes mediante la rehabilitación energética. En este sentido, el etiquetado energético, la certificación energética de edificios existentes y la modificación del marco normativo actual que favorezca las actuaciones de rehabilitación, pueden dar un gran paso. Por otro lado, la revisión delCódigo Técnico de la Edificación (CTE) y el posicionamiento de nuestro país a favor de objetivos ambiciosos a nivel europeo (en los procesos de elaboración y aprobación de las nuevas directivas), serán pasos determinantes para lograr que en el futuro no hablemos en los mismos términos en que lo estamos haciendo hoy.

Tomado originalmente de Living Low Cost  Fuente: lacasaqueahorra.org

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