viernes, 16 de marzo de 2012

¿Quieres saber por qué te suben el recibo de la luz?

Hace 15 años, cuando España necesitaba converger con Europa, el entonces ministro de Economía, Rodrigo Rato, liberalizó el mercado eléctrico y pidió a las compañías eléctricas españolas un ejercicio de patriotismo, que pasaba por limitar el precio de la luz.

Con este pacto, el Gobierno consiguió contener la por entonces tan temida inflación (el mal endémico de la peseta), pero a cambio de crear un agujero que prometió saldar con las compañías en el futuro. ¿Por qué? Porque desde entonces la electricidad se ha vendido a un precio inferior al que las compañías dicen que les cuesta producirlo.

Más de una década después, lejos de haberse saldado esta deuda, se ha ido engordando, hasta alcanzar la escalofriante cifra de 23.000 millones de euros. Una deuda que técnicamente se conoce como déficit de tarifa y, como nos recuerda Bruselas cada domingo, España no está para más déficits.

Alguien tiene pagar ahora los platos rotos del pasado. ¿Y quién es ese alguien? Sin lugar a dudas, los consumidores. Particulares, autónomos, pymes y grandes empresas. Todos vamos a sufrir subidas del precio de la luz para compensar los excesos del pasado.

Pero, ¿cómo se ha generado esta enorme bola de déficit? Por varios motivos. Aunque, para comprenderlos, hay que remontarse hasta 1997, cuando se liberalizó el mercado eléctrico.

Hasta entonces, el Gobierno fijaba las tarifas eléctricas y, a partir de ese año, éstas pasaron a decidirse en subastas diarias, conocidas como pool. Así, cada día, entran en este mercado, una a una, todas las fuentes eléctricas que tiene el país.

Primero van las nucleares, las renovables y la cogeración, porque lo hacen a coste cero; y a partir de aquí empieza a entrar el resto en función de su coste, desde las más baratas hasta las más caras: gran hidráulica, carbón importado, gas... y así hasta llegar al fuel, que es el más caro.

¿Cuál es el resultado?, que el precio se fija en función de la energía más cara, y a partir de ese precio se retribuye a todas las demás fuentes por igual, lo que genera la primera distorsión del sistema.

La segunda es decir que la nuclear o las renovables tienen coste cero. Todo tiene un coste, y según de qué energía se trate, se cobra con creces.

Las nucleares es cierto que están amortizadas y no necesitan una materia prima como el carbón o el petróleo para generar electricidad, lo que las hace más baratas. Pero tienen unos costes de mantenimiento y personal. ¿Tan elevados como el dinero que reciben con el pool? No.

Estas instalaciones son actualmente muy rentables, al estar amortizadas (algunas de ellas tras haber sido rescatadas en el pasado con dinero público), con lo que el modelo del pool le hace ganar mucho dinero.

Esta privilegiada situación de las nucleares explica por qué ningún Gobierno se atreve realmente a cerrarlas (hoy por hoy sería un desastre económico que dispararía el precio de la luz) y que Industria esté pensando en imponerles ahora una tasa que compense parte del déficit.

Las renovables tampoco tienen coste cero, como demuestran las subvenciones que desde su nacimiento les ha pagado el Estado, interesado en desarrollar energías alternativas y limpias, como pide Europa.

El problema es que esta buena iniciativa, como suele ocurrir cuando hay mucho dinero público a repartir y poco control, se convirtió en una burbuja.

Y aquí radica gran parte del problema, porque durante años se ha subvencionado en exceso a esta industria, lo que ha generado un efecto llamada y ha terminado dando lugar a muchas más instalaciones de las necesarias, que el Estado subvencionaba con un dinero que seguía engordando el déficit.

Para corregirlo, el Ejecutivo ha decidido echar el cierre a cualquier nueva instalación de este tipo durante los próximos años, lo que ayudará a no generar más déficit, cierto, pero pone en juego el desarrollo de una industria actualmente puntera internacionalmente.

Esta medida ha sido aplaudida por las eléctricas tradicionales, que acusan a las renovables de ser el foco del problema, aunque todas ellas desarrollaron sus propias filiales de energías alternativas, atraídas por estas ayudas, que siguen recibiendo.

Además, este cambio de las reglas de juego a mitad del partido ha llevado a España ante los tribunales internacionales, porque los inversores extranjeros que vinieron aquí con miles de millones, atraídos por el calor de las energías renovables y sus jugosas subvenciones, se ven ahora atrapados en una absoluta falta de seguridad jurídica.

Otro problema es que el Estado, en vez de asumir los costes que le corresponden, como el relacionado con lo que cuesta llevar la luz a las islas, lo traslada a la factura de todos los ciudadanos...y su disparado déficit actual no parece estar capacitado para cargar con más agujeros.

Y en medio de todos estos errores, están las malas previsiones que se hicieron, lo que llevó a las eléctricas a realizar millonarias inversiones en nuevas fuentes, como la cogeneración, que ahora muchas veces queda fuera del pool, lo que les obliga a estar paradas... y a sus dueñas, a perder dinero.

La mala gestión del pasado hace que ahora España, lastrada por la crisis económica, tenga unos consumos eléctricos muy inferiores a los previstos en el pasado, cuando la burbuja inmobiliaria hizo creer que no había luz suficiente para iluminar todos los pisos que iban a construirse en España, entre otros errores.

No hay comentarios:

Publicar un comentario